letras al amparo del error médico

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Paréntesis tormentoso

Autumn leaves…

… Stan Getz (spotify)

… Coleman Hawkins (goear)

Decidió tomárselo con calma. Le faltaba una taza de café humeante para alcanzar lo cinematográfico. Se sentó próxima a la ventana, a disfrutar de la misma inclemencia que la sitiaba en casa y frente al calefactor, una tormenta, pesada por lo prolongada que se estaba haciendo, como una visita incordiosa, generosa en rayos y truenos, florida, estruendosa, que rompía un jazz estandarizado de fondo. Vale que le gustaban las tormentas aparatosas, pero esa noche le apetecía pizza y besos.

Al espectáculo lumínico, le acompañaban los reflejos de las luces urgentes de una ambulancia, multiplicados en su escándalo por lo mojadas que estaban las superficies.

Había llovido, desde la última vez que hundía letras en el papel de pensar. De sólo repasar a grosso modo todo lo que había cambiado todo, le invadía el vértigo de no reconocer el presente, y se le quebraba la voz interior y las líneas seguras de su caligrafía, como rayos por el cielo, dividiendo en un antes y un después el tiempo.

Todo parecía rebotar más de lo habitual, y un solo hecho se reproducía en cientos, como las luces en reflejos, los sonidos en ecos, las imágenes en recuerdos, el calor en abrasador, las ganas en ansiedad, las gotas en infinitas al romperse contra el suelo, y yo, o ella, se sumaba entre corchetes cada día que pasaba, nada coherente, cada jornada con una identidad diferente, un concepto nuevo una letra para cada sumando 3a + 11b + 1c + 4d… qué imposible llegar a conocerse así (myself, yourself…, reflexivo en su totalidad), álgebra complicada para quien siente no saber nada.


your sweet six six six

La carretera se retorcía en un nudo de incorporación, mi lengua hacía movimientos imposibles por eludir el mal sabor de la derrota, y mi intención era la de rodar mi pensamiento tanto como las ruedas, por los kilómetros oscuros y solitarios de la noche.

Todo consistía en dar vueltas, consolarme en otras curvas, ésa era mi estrategia para caer en un error renovado cada vez que tropezaba con sus labios.

El rastro helado de una mirada despectiva extinguía la vida de una ilusión mil veces remendada. Es ese instante en que regurgitan los – Ya lo sabía – , – te lo dije -, y demás frases preventivas, ardores de lo que se podía haber evitado, el regusto bilioso de la estupidez humana, ésa que habla de caer en los mismos errores.

Miré el cuentakilómetros y lo que vi me dió calor.

La radio comenzó a dar el sonido despeinado de un blues, una guitarra vibraba por resignación y yo supe que era un buen momento para sonreír con sorna, esa sonrisa que no debiera descubrir nadie en nadie. El pútrido gesto de la autocrítica. Era mi momento six six six. Y el infierno, o lo que fuera aquel cobijo cálido, me dio valor, calor y lugar para odiar, convocar a las palabras justas y contundentes del Nunca Más, alegato y despedida escupidos con sangre y rabia, como la primera piedra para refundar mi dignidad.

Hoy, mi juramento del Nunca Más se deshace en el cursi devenir de un Tequiero, dentro de un círculo vicioso del que ya no quiero salir.

Es lo que ocurre cuando se te cruza un ángel por el camino, aunque sea el caído.

 

[link: no puedo quitar los ojos de ti]


Ojos que no ven, corazón que siente

link: khachaturian-gayaneh

Con el paso del tiempo me di cuenta de que mis ojos le impedían ver más allá de ellos. Una buena noche, decidí confabularme con la oscuridad, dejé que nos penetrara hasta en lo más recóndito, y sólo así, en la ausencia total de testigos, entorpeciendo todo lo posible su cerebro, sin guías ni referencias, extendí todo lo que soy y le invité a pasear sin ojos, por lo más oscuro y oculto de mí. Sin miradas, y con la promesa susurrada de no recordar aquello.

El resultado del planteamiento nos sorprendió, por igual. Descubrió aspectos desconocidos hasta para mí. El salvajismo, la ansiedad de siempre dio paso a la tranquilidad de intenciones premeditadas para/con la calma, lo fugaz de los anteriores roces se convirtió al tántrico paladear de las lenguas.

Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que fue ésa la primera e inolvidable vez que nos amamos.