letras al amparo del error médico

Entradas etiquetadas como “Otoño

Paréntesis tormentoso

Autumn leaves…

… Stan Getz (spotify)

… Coleman Hawkins (goear)

Decidió tomárselo con calma. Le faltaba una taza de café humeante para alcanzar lo cinematográfico. Se sentó próxima a la ventana, a disfrutar de la misma inclemencia que la sitiaba en casa y frente al calefactor, una tormenta, pesada por lo prolongada que se estaba haciendo, como una visita incordiosa, generosa en rayos y truenos, florida, estruendosa, que rompía un jazz estandarizado de fondo. Vale que le gustaban las tormentas aparatosas, pero esa noche le apetecía pizza y besos.

Al espectáculo lumínico, le acompañaban los reflejos de las luces urgentes de una ambulancia, multiplicados en su escándalo por lo mojadas que estaban las superficies.

Había llovido, desde la última vez que hundía letras en el papel de pensar. De sólo repasar a grosso modo todo lo que había cambiado todo, le invadía el vértigo de no reconocer el presente, y se le quebraba la voz interior y las líneas seguras de su caligrafía, como rayos por el cielo, dividiendo en un antes y un después el tiempo.

Todo parecía rebotar más de lo habitual, y un solo hecho se reproducía en cientos, como las luces en reflejos, los sonidos en ecos, las imágenes en recuerdos, el calor en abrasador, las ganas en ansiedad, las gotas en infinitas al romperse contra el suelo, y yo, o ella, se sumaba entre corchetes cada día que pasaba, nada coherente, cada jornada con una identidad diferente, un concepto nuevo una letra para cada sumando 3a + 11b + 1c + 4d… qué imposible llegar a conocerse así (myself, yourself…, reflexivo en su totalidad), álgebra complicada para quien siente no saber nada.


Cruce de caminos

link: meditan…do

Era un suave balanceo lo que me recordó a ti.

Bajo las deshilachadas hojas de un árbol anónimo… No, mentiría si dijera que no miré su ficha técnica, pero no quise romper la magia del momento sin ti, pero contigo, y no apunté su nombre y apellido. Bajo la intermitente caricia del sol, como el hipnotizante movimiento del péndulo del ilusionista, me olvidé de todas las canciones que suenan a octubre, del caprichoso collage de los rojizos, marrones, amarillentos y verdes pajizos de los árboles, de los labios resecos por el viento solano, de la ternura de este otoño. Intenté oscurecer el ambiente, recortarme de la estampa del parque, pegarme a tu cuerpo dentro del coche, mucho… mucho tiempo atrás, y sudar con aquella ansiedad, un Piazzolla esquivando notas de lo insubstancial, en mi mente, sólo en mi mente, palabras escurridas de cualquier sentimiento… Y no, supe que ya nada era igual, ni lo rasgado que sonaban los bufidos del deseo, intenciones tan intermitentes como las ramas y su vals, ni lo áspero de tus excusas mal nacidas, peor dichas, fuera de lugar aquellos arañazos que se ensañaban contra caricias asustadizas.

Ahora te miro más de frente que de lado, y me maravillo con la empatía de nuestros cuerpos al pasear. Ahora me importa el calor, y mucho más lo cálido; y más que el gemido incluso grito, el suspiro, el susurro, todo lo no dicho, lo que expelen tus labios sin sonido, en un atisbo por eludir los oídos de tu dios, como quieras que llames a tus miedos. Me importa Piazzolla, pero sólo si me inspira amor, que ya se nos pasó la época del roce astilloso de dos maderas dispuestas únicamente a quemarse por fricción, sólo para arder en segundos y carbonizar ilusiones temporales, ahora hundo mis manos en tierra fértil, sembramos tímidas varas erguidas de ilusión mantenida, quizás se envíen brotes para contactar y encaramar un futuro desnudo de lo tangencial… Hoy sólo pretendo cruzarme a conciencia, con escandalosa evidencia, trazar mil remolinos a tus curvas, ya vale de tangentes, probemos con puntos coincidentes, probemos a tachar con atenciones la indiferencia de nuestras líneas paralelas.